El pasado 10 de Marzo se realizó la Segunda Ciclonudista en Lima en las inmediaciones del Parque Kennedy. Evento al que asistieron más de unas 300 almas que hacia las 9 de la mañana, ropas afuera, iniciaron una inusual competencia para exigir el respeto a la vida de los ciclistas y a la vez promover el uso de la bicicleta en nuestro país. Asi que me uní a esta simpática cruzada a favor de la seguridad en las vías públicas de los ciclistas.
Luego me enteré que esta actividad tenía la finalidad de protestar ante el poco respeto que han mostrado los conductores de vehículos públicos y privados con los ciclistas. En lo que va del año ya han muerto cinco ciclistas atropellados por irresponsables choferes. El último de estos fue Aldo Baglietto, reconocido deportista, campeón de triatlón, que falleció el pasado 24 de febrero mientras bicicleteaba en el kilómetro 81 de la Panamericana Sur. 
Octavio Zegarra, líder del colectivo Ciclonudista Perú, dice que ésta es una manifestación que se da en todo el mundo, aunque en Latinoamérica solo se realiza en el Perú y en la tierra de Ronaldinho. Enérgico y un tanto orate, hizo un llamado a la conciencia de los conductores pidiéndoles más respeto y cuidado por los ciclistas, y, bajo el lema de “Desnudos ante el trafico” (nos explicó que con este lema querían mostrar lo vulnerables que se sienten ante los conductores irresponsables), Octavio se despojó de sus pantaloncillos y prosiguió, ahora sí, totalmente desnudo, su camino.
Durante el largo camino se pudo apreciar jóvenes de diversas edades, muchachas, ancianos arrugados, obesos descarados, niños y muchos personajes con cuerpos pintados, todo el mundo andaba calato, incluso habían tres perros calatos. Sin duda ellos también se sumaron a la protesta. Tanta desnudez no pasó inadvertida y decidí ir a mi departamento, coger mi bicicleta y ponerme mi traje de Adán y unirme a ellos.Sin duda una singular protesta pero con un mensaje que no debe ser tomado a la ligera: más respeto para las vidas de estos deportistas.
Fotos Jose Dávila Cordova texto cortesía gustavo gonzales
