lunes, 3 de septiembre de 2007

VAMOS A BAILARLE A LA SANTA ROSITA






Hoy es 30 de agosto y estamos en Yangas provincia de Canta. Así que nos fuimos prestos a Santa Rosa de Quives a visitar la ermita de Isabel Flores de Oliva, Santa Rosa de Lima para el mundo. Cientos de devotos de diversos lugares llegaron a Quives, el lugar que la vio crecer y donde comenzó su agitado camino hacia la Santidad.























"Ayunos, mortificaciones y penitencias continuas, buscando en todo ello las brasas de Dios. Diáfana mirada, la sonrisa le hace tanto bien. La Ermita, el último lugar".













Esta fecha se ha convertido en un ritual de religiosidad popular. Masas de gente han llegado en combis y autos de Lima y de distintos puntos de la sierra y la Costa. El comercio abunda Dijes y escapularios penden de los puestos ambulantes que infestan la plaza.









En la ermita de Rosita paso su adolescencia ahi pasadizo donde desfilan muchos de los fieles que han venido a tocar la inanimada faz de porcelana de la rosa limeña, las yemas de los dedos resbalan por las mejillas e intentan llevarse consigo un poco de aquella aura rosácea. Afuera, otros tantos redactan sus más caros deseos: “Por favor, Santa Rosita protégeme y dame salud a mí y a mi mamá", “Rosa de Santa María ayuda a los hermanos del sur”, “Rosita, ayúdame a conseguir un buen trabajo”, “Santa Rosa, espero que pueda casarme a fin de año”, “Santa Rosa, santa rosita, rosita…”. Doble tarea, las cartas que se depositan aquí en el pozo de Quives se suman a la considerable ruma de cartas que se tiran en el pozo del convento en Lima.












Santa Rosa Raymi le dicen para esta santa Limeña que Patrona principalísima de América y filipinas; Patrona e Hija Ínclita del Perú; Patrona de las fuerzas de Policía del Perú, distinguida con la Condecoración de "Gran Cruz" de la "Orden del Mérito de la Guardia Civil y Policía"; Patrona Jurada de Lima y de la Independencia de Argentina; condecorada con la Banda de Generala del Ejército Argentino; Patrona de la Junta de Asistencia Nacional del Perú y de todos los pueblos más arrinconados de la América Latina. Para cuando ella murió en 1617, la ciudad ya la había hecho su “Santa” en vida. Cuando 54 años luego llegó la canonización, dos años antes ya había sido nombrada patrona del Perú y un año antes fue reclamada también por las Filipinas y en casi todo el Nuevo Mundo.